Año de publicación: 1976
Nº de páginas: 252
Editorial: Anagrama
Ilustración de portada: Julio Vivas
La más famosa novela de Tom Sharpe, en la que el autor no deja títere con cabeza. El protagonista, Henry Wilt, encadenado a un empleo demencial como profesor en un politécnico, acaba de ver postergado su ascenso una vez más. Mientras, las cosas no marchan mejor en casa, donde su maciza esposa, Eva, se entrega a imprevisibles arrebatos de entusiasmo por la meditación trascendental, el yoga o la última novedad recién olfateada. Wilt, que se siente impotente con respecto a su empleo, no vacila en entregarse a fantasías cada vez más asesinas y concretas acerca de su mujer, con la colaboración de una espectacular muñeca hinchable. A partir de la inopinada desaparición de Eva, Wilt se encuentra encartado como principal sospechoso de la presunta muerte de su esposa, y se pone en marcha una desopilante investigación policíaca…
En mi opinión, tanto en cine como en literatura y especialmente en la segunda, siempre es mucho más difícil provocar una carcajada sincera que una lágrima en el espectador/lector. Este libro ofrece una gran cantidad de risas y un nivel continuo de tensión facial. Las situaciones cómicas se suceden una detrás de otra, a cuál más surrealista, y los diálogos las completan de manera brillante aportando mucha dinámica. La construcción de los personajes principales es genial. Cualquiera puede pensar en amigos, familiares o conocidos que presenten tal cuál algunos de los rasgos y comportamientos de los protagonistas. La forma en que estos personajes van evolucionando y creciendo a lo largo de la historia es sin duda uno de sus puntos fuertes.
El sarcasmo implacable y acidez que rebosan en cada capítulo hace que no sea un libro apto para todos los gustos. Habrá quien lo encuentre irritante, incluso ofensivo. El autor no deja títere con cabeza: la educación, la policía, el clasismo, la sexualidad, el matrimonio, la sociedad en general… todos se llevan su parte. Los diálogos entre Wilt y el inspector Flint son de Oscar.
En definitiva, es una lectura muy amena y ligera que hará las delicias que los amantes del humor británico un poco (bastante) negro.
Te gustará si te gustó ‘La conjura de los necios’ de John Kennedy Toole o ‘Azazel’ de Isaac Asimov.
Mi versión de la portada: