Título original: The Guernsey Literary and Potato Peel Pie Society
Año de publicación: 2011
Nº de páginas: 304
Editorial: Salamandra
En un Londres devastado por las bombas y que empieza a recuperarse de las terribles heridas de la Segunda Guerra Mundial, Juliet Ashton, una joven escritora en busca de inspiración novelesca, recibe la carta de un desconocido llamado Dawsey Adams. Dawsey es miembro del club de lectura La Sociedad Literaria del Pastel de Piel de Patata de Guernsey, creado en circunstancias difíciles durante la contienda, una rareza en tiempos de ocupación alemana. Cuando Juliet acepta la invitación de estos excéntricos lectores para visitar Guernsey, entiende que ellos y su increíble sociedad literaria serán los personajes de su nueva novela, y su vida dará un vuelco para siempre.
¿Conocéis esa sensación que llega a veces cuando acabáis un libro que os a gustado mucho y no podéis empezar otro porque cualquier otro libro implicaría romper el estado mental en que os ha dejado el primero? Creo que esa idea es la que mejor describe cómo me siento tras terminar este. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de una lectura de principio a fin, no porque tenga la mejor calidad literaria ni la trama más sorprendente, sino por el puro y simple placer de leer algo tan entrañable. El mayor atributo de esta novela es, en mi opinión, la calidez que desprenden todas y cada una de sus páginas.
No se me ocurre una soledad más grande que pasar el resto de mi vida con una persona con la que no pueda hablar, o, pero todavía, con la que no pueda estar en silencio.
El formato epistolar da en pleno centro de la diana, dibujando una historia con muchos implicados y a través de diferentes voces en la que no sobra ni falta nada. Juliet, la protagonista y remitente de gran parte de las cartas, es una joven escritora londinense que encuentra en los habitantes de Guernsey, además del tema para su próximo libro, una curiosidad y fascinación imparables y un grupo de amigos leales. Al final obtenemos una imagen bastante completa, o al menos bastante redonda, de esa pequeña isla en la que todo parece ir a otro ritmo y la gente intenta buscar el lado bueno de las cosas.
Estaba Isola, con un sombrero estrafalario y un chal morado sujeto con un broche que brillaba mucho. Sonreía fijamente en la dirección que no era, y la adoré al instante.
Es un libro por y para los amantes de la literatura, a los que arrancará más de una sonrisa por las distintas referencias entretejidas en la narración. El mensaje que sobresale sobre los demás es, en mi opinión, que los libros pueden ser el mejor salvavidas al que echar mano cuando todo lo demás se tambalea, algo que los propios miembros de la sociedad literaria experimentan durante este periodo de conflicto. El continuo contraste entre el presente más luminoso y la reciente ocupación alemana llena de crudeza mantiene a esta historia a nivel del suelo.
Si bien no creo que sea un libro perfecto, ha entrado de lleno en mi lista de favoritos de este año simplemente por la paz que me ha dado cruzarme con él. Si lo que buscas es una historia entrañable y reconfortante, con un toque romántico que no es el foco principal, esta debería ser tu próxima lectura.
Mi versión de la portada: