‘El maestro y Margarita’ de Mikhail Bulgakov

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Título original: Мастер и Маргарита

Año de publicación: 1966

Nº de páginas: 486

Editorial: Alianza

Moscú, 1930. Sobre la ciudad desciende Satán bajo la forma de un profesor de ciencias ocultas. A partir de entonces, se suceden fenómenos prodigiosos que trastornan la vida de los moscovitas. Entre los afectados está Margarita, a la que Satán ofrece, a cambio de su compañía en una fiesta, la liberación de su amante, el Maestro, que se encuentra en un psiquiátrico después de la mala acogida de su obra sobre Poncio Pilatos (que esconde a la figura de Stalin) y Ga-Nozri. Margarita accede y Satán, conmovido por el amor de ambos, los lleva al más allá, donde disfrutarán de la plenitud de su amor.
El Maestro y Margarita, escrita entre 1928 y 1940 y publicada en 1966, son tres novelas en una: la crónica del Moscú enloquecido por Satán, la historia de los protagonistas, relacionada con el mito de Fausto, y el desarrollo de la propia novela del Maestro. Por su gran aliento poético e intención crítica es sin duda una de las obras maestras de la literatura del siglo XX. 

Si buscamos una palabra para definir esta obra, la más acertada podría ser «caótica». Leer este libro es como montar un caballo desbocado. La llegada a Moscú del diablo y sus pintorescos secuaces provoca una cadena de acontecimientos inauditos que nos llevará a conocer una variedad de personajes y escenarios de la Rusia soviética de los años 30. El tinte humorístico que cubre toda la obra sirve para suavizar en cierto modo las circunstancias sociales pero sin pasar por alto ninguna de sus carencias. De hecho, no fue publicada hasta más de 20 años después de la muerte de su autor y, aún así, lo hizo en una versión recortada por la censura.

Es imposible desvincular este libro de la fuerte carga política que subyace en sus páginas pero, con todo, también es muy posible disfrutar de él en su aspecto más puramente estético. Las imágenes creadas por el autor tienen a menudo un carácter arrollador y muchas veces un marcado enfoque de realismo mágico. En especial, me ha cautivado el capítulo «El vuelo», donde Margarita, desnuda y montada en una escoba, sobrevuela las calles de la ciudad protegida por la invisibilidad de la brujería, creando el caos y el desconcierto y alcanzando el clímax de la liberación.

Margarita colgó el auricular. En el cuarto de al lado se oyó el paso de alguien que cojeaba y como si algún objeto de madera golpearse la puerta. Margarita la abrió y entró bailando en el dormitorio la escoba con las cerdas para arriba. El palo redoblaba en el suelo, daba patadas en intentaba salir por la ventana como fuera. Margarita dio un grito de alegría y se montó en la escoba. Sólo entonces le pasó por la cabeza la idea de que con todo aquel lío había olvidado vestirse. Siempre galopando sobre la escoba se acercó a la cama y cogió lo primero que encontró a mano: una combinación azul. Moviéndola como si fuera un estandarte, echó a volar por la ventana. El vals sonó con más potencia.

Los personajes de Voland, Asaselo, Koróviev y Popota nos acaban cayendo simpáticos a pesar de todos los altercados que provocan a su paso. Vemos en ellos, de manera más o menos directa, un claro desafío al régimen reinante, al orden impuesto y la paz ficticia de Moscú. Todas las líneas argumentales terminan por confluir en una maraña inexplicable para la mayoría de los implicados aunque aparentemente no para las milicias, que acaban atribuyendo todos los episodios esperpénticos a un caso de hipnosis colectiva. Al final, nos quedamos con que ni el Diablo es tan malo como lo pintan, ni lo que debería ser bueno -la burocratizada sociedad soviética- es tan infalible.

En resumen, esta obra es todo un canto a la fantasía y la imaginación más vivas, concebida en unas circunstancias en las que cualquier manifestación de este tipo habría fallado a la hora de pasar la criba. Es una suerte, por tanto, que podamos disfrutar de ella hoy en día. Muy recomendable para todos los que aprecien la poesía visual de una prosa extraordinaria.

Mi versión de la portada:

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