Título original: The Death Gate Cycle
Año de publicación: 1990 – 1994
Nº de páginas: 3085 (7 volúmenes)
Editorial: Timun Mas
Siglos atrás, unos brujos de gran poder dividieron el mundo en cuatro reinos (cielo, piedra, fuego y mar), y a continuación desaparecieron. Hoy, únicamente los pocos que han sobrevivido al Laberinto y han atravesado la Puerta de la Muerte conocen la existencia de los cuatro reinos.
Ha sido todo un acierto recuperar esta serie que leí por primera vez durante mi adolescencia. Como era de esperar, esta relectura la ha privado del barniz de obra maestra que le apliqué entonces, pero aún así ha pasado la prueba con creces. Se trata de una colección de libros en la que tiene cabida la reflexión sobre grandes temas pero que se sustenta, sobre todo, en unos personajes carismáticos, un universo rico y complejo y un ritmo narrativo adictivo que deja espacio suficiente a los detalles.
En mi opinión, esta serie llega al listón de joya del género fantástico (con permiso de Sapkowski) ya que, a pesar de apoyarse en muchos de los estereotipos tradicionales, crea un nuevo espacio totalmente genuino. Se aleja en gran medida del hilo narrativo habitual: si bien también contamos con la figura del héroe (varios, de hecho), en vez de seres humildes que descubren poco a poco su poder, los protagonistas surgen de entre los que hasta ahora se creían dioses. Su hazaña final no será luchar activamente por la salvación del universo, sino que dicha salvación depende en gran parte de su capacidad para aceptar lo limitado de su poder, saber retirarse a tiempo y aceptar que no tienen derecho a gobernar en la vida de nadie. Recorremos, por tanto, el camino contrario al que siguen muchas historias del género.
Haplo y Alfred evolucionan ante nuestros ojos en cada libro, abriendo poco a poco su coraza y forjando, a veces a su pesar, una amistad sólida. La lucha interna de estos dos personajes sirve como hilo conductor en el desarrollo de la historia, siempre entrelazada con el crecimiento de numerosos personajes no menos importantes.
El universo de la Puerta de la Muerte es rico y complejo. La idea de espacio múltiple brinda a la trama la otra gran parte de su brillantez. La revelación que da contexto a este multiverso es uno de los momentos memorables, entre otros muchos, de la serie: esta creación no nos es ajena; estamos leyendo sobre un mundo futuro forjado a partir del nuestro, en el que, tras una serie de desastres provocados por nuestros propios conflictos, tuvo lugar el resurgir de la magia.
Si hay algo en lo que falla esta serie, en mi opinión, es en el escaso nivel de detalle de la acción hacia el final de la trama. El último libro nos lleva de acá para allá en un frenesí que a veces se vuelve un tanto incomprensible. Por ese motivo, me quedaría sin duda con los cuatro primeros libros, en los que se desarrolla la presentación de los cuatro mundos, y con ‘En el laberinto’, en el cual los protagonistas despiertan por fin a su verdadero yo y a la tarea titánica que tienen ante ellos.
Me parecieron muy interesantes en la primera lectura, y en la segunda aún más, los anexos que acompañan a cada volumen, en los que se amplían aspectos concretos de este universo: historia, geografía, teoría de la magia… Todo un despliegue de imaginación por parte de los autores que deja pocos vacíos sin resolver. Disfruté especialmente con la explicación del sistema mágico patryn y sartán: “la realidad es la manifestación de ondas de posibilidad que se cruzan” y que pueden ser modificadas mediante la magia rúnica, creando nuevas ondas que se entrelazan con la onda de realidad.
En definitiva, una colección recomendadísima para todos aquellos que disfruten con la fantasía épica y un universo mágico bien desarrollado. Para los que también han leído las Crónicas de la Dragonlance hay hasta alguna que otra sorpresa. Estoy segura de que volveré a estos libros en el futuro y de que volverá a ser una experiencia absorbente.