Año de publicación: 1968
Nº de páginas: 288
Editorial: Barnes Noble Classics
Título en español: La máquina del tiempo/El hombre invisible
The Time Machine, H. G. Wells’s first novel, is a tale of Darwinian evolution taken to its extreme. Its hero, a young scientist, travels 800,000 years into the future and discovers a dying earth populated by two strange humanoid species: the brutal Morlocks and the gentle but nearly helpless Eloi.
The Invisible Man mixes chilling terror, suspense, and acute psychological understanding into a tale of an equally adventurous scientist who discovers the formula for invisibility—a secret that drives him mad.
‘La máquina del tiempo’ es ciencia ficción en su estado más puro. Tras esta lectura se entiende a la perfección el título de padre del género que se ha otorgado a Wells de manera casi unánime.
Un visionario que en su época se atreve a estirar los límites del tiempo, cuenta la crónica de sus aventuras en un futuro remoto a un grupo de invitados escépticos. El autor escoge, a pesar de su estilo narrativo vívido y tridimensional, hacernos llegar los hechos como una historia dentro de la historia. Esta aparente distancia nos coloca en una postura particular: somos uno más de entre los asistentes a la reunión y tenemos ante nosotros la tarea de posicionarnos.
La construcción social de ese futuro imaginado por Wells (año 802.701) es compleja y no se desvela desde el principio. Las dos razas que lo habitan guardan secretos inquietantes que entroncan con la teoría evolutiva de Darwin y la división de clases. Los paralelismos que el viajero en el tiempo ve entre este futuro y su propio mundo, dividido en ricos y obreros, distribuidos a su vez en diferentes espacios, resultarán ser de lo más erróneos. Las ruinas de un Londres ya apagado aportan al escenario un aire de misterio e irrealidad.
Tras recuperar su máquina del tiempo después de muchos infortunios, el viajero nos lleva aún más allá: hasta la lenta muerte de nuestro planeta cuando este, en un ejercicio imaginativo de el autor, ya ha dejado de girar y se ha convertido en un vasto mundo silencioso y casi despoblado.
El narrador externo se desvela como un acierto, sobre todo al final del relato, cuando somos testigos de cómo, en busca de las pruebas definitivas que le den credibilidad a su relato, el viajero en el tiempo desaparece para siempre. Nunca sabremos si por accidente o por voluntad propia.
En ‘El hombre invisible’ nos encontramos con un relato mucho más mundano a pesar de la premisa igualmente improbable. No abundan las explicaciones científicas sino que el peso recae en la repercusión moral y social del descubrimiento.
La tensión narrativa que se genera en torno a la figura del hombre invisible se basa, sobre todo, en el hecho de que hasta bien entrada la segunda mitad del libro, no tenemos una crónica directa por su parte del origen de su invisibilidad o sus motivaciones. Hasta que Griffin no se encuentra con su amigo de juventud, todo con lo que contamos son las impresiones que despierta en los que le rodean; un grupo de aldeanos que solo sospechan que algo no va bien con el misterioso recién llegado.
Conforme vamos conociendo más profundamente los secretos del protagonista, nos percatamos de que su maravilloso hallazgo lo ha llevado lejos de la posición de poder que él esperaba. Se acaba convirtiendo en un ser patético, con unas siniestras aspiraciones que se ven truncadas debido a que su condición humana, aunque invisible, sigue estando presente. El final, como bien nos anuncia el subtítulo de la obra, es grotesco y penoso a partes iguales.
En estas dos novelas, H.G. Wells prepara un cóctel de proporciones perfectas entre la fascinación por una idea totalmente novedosa para su tiempo y los dilemas que se podrían plantear a partir de ella, ya fuera como consecuencia o revelación.