Título original: Der Golem
Año de publicación: 1915
Nº de páginas: 288
Editorial: Plutón Ediciones
La leyenda judía del Golem es precursora de los futuros mitos sobre creaciones monstruosas llevadas a cabo por seres humanos en aras por competir con el Creador, fracasadas por nuestra soberbia. Concretada en Praga en el siglo XIV, recuerda la narración del Génesis, insuflando vida Yavéh a una figura modelada en barro a través de ciertas palabras mágicas.
Gustav Meyrink (1868-1932) construyó con dicha leyenda un relato fascinante que encarna su protagonista Atanasius Pernath en el barrio judío de Praga, envuelto en el misterio, y la posibilidad del desdoblamiento de la personalidad en una atmósfera inquietante que entra de lleno en los misterios del inconsciente humano y que recuerda el casi contemporáneo mundo kafkiano.
Se trata de un libro confuso y hermético en el que tenemos la continua impresión de que nos sea entregada solo una pieza del puzzle cada vez. El final de la narración les da un sentido completo a todos estos huecos pero el viaje es oscuro.
El mismo narrador y personaje principal parece estar cimentado en el aire, con numerosas lagunas tanto en su presente como en su pasado. Pernath nos lleva de una idea a otra, de un encuentro a otro, como movido por un impulso que no sale de sí mismo y con un entendimiento de las situaciones que le llega a él al mismo tiempo que a nosotros. Todo esto contribuye a esa cualidad onírica y fragmentaria que hace de este un libro tan difícil de clasificar y diseccionar.
La figura del golem, un ser misterioso cuya apariencia nadie puede recordar exactamente, parece describir a la perfección la sensación que nos deja la narración cada vez que hacemos una pausa en su lectura: podemos hablar de ella basándonos en algunos detalles concretos pero es muy difícil acertar a resumirla en pocas líneas.
Los hechos se mezclan con leyendas, visiones fantasmagóricas, sueños y encuentros confusos, todos ellos adornados con los detalles más diminutos. Son estos detalles los que impulsan la obra hacia delante.
El final llega como un golpe seco y a la vez balsámico que nos invita a repensar todo aquello de lo que hemos sido testigos, esta vez bajo una luz nueva que sin embargo tampoco promete darnos todas las respuestas.
Es una obra muy disfrutable, rozando lo fascinante, si se consigue llegar a ella con la mente abierta y sin ninguna expectativa argumental.
Sabes que lo leí hace ya varios años y no lo disfruté como hubiera querido, quizá me faltó análisis, lo intentaré de nuevo próximamente. Muy buena tu reseña. Saludos.
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Es un libro muy peculiar. Ni yo misma, que lo he leído hace poco, sabría decirte si analizarlo más profundamente sería demasiado recomendable. En cualquier caso, creo que merece la pena 🙂
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