‘Matadero Cinco’ de Kurt Vonnegut

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Título original: Slaughterhouse-Five, or The Children’s Crusade: A Duty-Dance with Death

Año de publicación: 1969

Nº de páginas: 192

Editorial: Anagrama

«Matadero Cinco» catapultó a Kurt Vonnegut como uno de los grandes ídolos de la juventud norteamericana y se convirtió de inmediato en un clásico de la literatura contemporánea. Una historia amarga, conmovedora y a la vez divertidísima, de la inocencia confrontada con el apocalipsis, «una novela con ribetes esquizofrénico-telegráficos», en palabras de su autor. Kurt Vonnegut fue hecho prisionero en la Segunda Guerra Mundial y se encontraba en Dresde cuando esta ciudad fue bombardeada y arrasada por la aviación norteamericana; este hecho le marcó profundamente y decidió escribir un libro en torno a ese tema: «Matadero Cinco». La historia de un superviviente de la matanza que, muchos años más tarde, es raptado y transportado al planeta Trafalmadore es una de las muchas tramas que se entrecruzan en una obra profundamente innovadora, en la que resplandecen cegadoras metáforas de la nueva era y en la que los pasajes de ciencia-ficción funcionan a la manera de los payasos de Shakespeare. El humor, a menudo muy negro, es esencial en la obra de Vonnegut, quien ha afirmado que «lo cómico es parte tan integral en mi vida que empiezo a trabajar en una historia sobre cualquier tema y, si no encuentro elementos cómicos, la dejo». 

Me he encontrado ante una novela que difícilmente puedo comparar a nada que haya leído anteriormente. Es una historia sobre la Segunda Guerra Mundial, como hay tantas otras, y sin embargo, no podría ser más especial.

El narrador (el propio autor), que presenció el bombardeo de Dresde, nos hace partícipes de este acontecimiento a través de otro personaje que también estuvo allí. Desde el primer momento queda claro que ambos no tienen una relación estrecha; podría decirse que se conocen de vista. En un par de momentos de la historia se establece una breve conexión entre ambos, más por proximidad que por interactuación, en los que el autor se señala a sí mismo desde los ojos del otro como para volver a recordarnos que realmente estuvo allí, que sintió el mismo horror que Billy Pilgrim. Este recurso es, sin duda, un intento más de lo que parece ser la fuerza que empuja toda la novela: una necesidad arrolladora de tomar distancia con los hechos vividos. La inclusión del elemento de ciencia ficción, la aparición de los tralfamadorianos, viene a confirmar esta hipótesis.

El episodio del contacto con los extraterrestes le brinda al protagonista la forma más efectiva de alejarse del trauma o, al menos, enfocarlo desde una óptica distinta, enterrarlo bajo una capa (extremadamente quebradiza) de indolencia. Su experiencia tralfamadoriana le lleva a asumir y experimentar una estructura temporal diferente a la nuestra, donde las horas y los minutos no avanzan hacia adelante en una sucesión imparable e irreversible sino que la totalidad de horas y minutos ya se extiende -porque ya ha sido, es y será- alrededor de nosotros.

Los terrestres son grandes narradores; siempre están explicando por qué determinado acontecimiento ha sido estructurado de tal forma, o cómo puede alcanzarse o evitarse. Yo soy tralfamadoriano, y veo el tiempo en su totalidad de la misma forma que usted puede ver un paisaje de las Montañas Rocosas. Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos como lo que son, momentos, y pronto se dará cuenta de que todos somos, como he dicho anteriormente, insectos prisioneros en ámbar.

En las diferentes estampas de la vida de Billy Pilgrim a las que asistimos vemos un orden mayor, pero su importancia se ve disminuida por los continuos saltos en el tiempo. El protagonista se aferra a esa inevitabilidad de los hechos como a un bote salvavidas, lo que parece justificar su abandono aparente de cualquier reacción emocional. Si ocurrió así o no, si estamos ante un ser prodigioso o ante un caso de trastorno de estrés postraumático, es una decisión que queda en nuestras manos.

La originalidad de esta obra se respira a todos los niveles: la particular combinación de géneros, los profundos temas que trata a través de ella y la ironía con que lo hace, la estructura, el estilo narrativo, los personajes grotescos, las imágenes surrealistas… Es una exposición de los horrores de la guerra que en un primer atisbo podría parecer muy soslayada pero que, tras la lectura, difícilmente podría ser más clara. Un alegato antibelicista en toda regla que nos llega en el formato más inesperado.

Mi versión de la portada:

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2 comentarios en “‘Matadero Cinco’ de Kurt Vonnegut”

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