Título original: The Graveyard Book
Año de publicación: 2009
Nº de páginas: 293
Editorial: Roca
Ilustraciones: Chris Riddell
Guiado por su instinto, un bebé escapa de la cuna en medio de la noche y logra alcanzar el cementerio más cercano a su casa. El individuo que lo persigue, cuchillo en guante, acaba de asesinar a toda su familia y está decidido a terminar con él. Pero los espectros del camposanto protegen al pequeño y acaban acogiéndolo en sus tierras. Aunque esta vez se le ha escapado, el siniestro hombre Jack no descansará hasta cumplir su misión…
Ha sido mi primer acercamiento a la obra de este autor y me ha sorprendido gratamente. Este libro me deja con muchas ganas de explorar sus trabajos más adultos.
El estilo es mágico y envolvente y, a pesar de estar dirigido a un público infantil/juvenil, es una lectura fácilmente disfrutable a cualquier edad. El singular escenario, los personajes pintorescos y la gran cantidad de diálogos hacen que el ritmo sea muy ligero. Hay un delicado equilibrio entre este ambiente amable y la historia de fondo, los orígenes de Nadie Owens, mucho más siniestros e inquietantes. Conforme el protagonista se va haciendo mayor, esta trama va adquiriendo mayor presencia. Me fascinó el contraste que marca el autor entre el mundo del cementerio, normalmente asociado al terror y la fatalidad, y el mundo exterior: el protagonista se siente protegido dentro de los límites del camposanto, mientras que lo que hay más allá de la verja le fascina y le asusta a partes iguales.
La mayoría de los personajes tienen esa cualidad caricaturesca de los cuentos pero algunos de ellos presentan rasgos más definidos que se van haciendo más complejos conforme avanza la historia. Uno de los más destacables en esta línea es Silas, el tutor de Nadie. Su aura funesta, cuya explicación llegamos a entrever en los comentarios que rondan sobre su persona, no impide que actúe como un segundo padre para el chico, aconsejándolo acertadamente las más de las veces y otras limitando su libertad para mantenerlo seguro.
Es una historia sobre la infancia, la fantasía, el paso a la adolescencia, la amistad… una combinación bastante común en libros dirigidos a esta franja de edad pero planteado de forma muy original en este caso. El hecho de que el indicativo de la madurez de Nadie Owens y el principio de una nueva etapa sea su imposibilidad para seguir viendo a sus parientes y amigos del cementerio me parece genial y un tanto triste a la vez.
Después de leerlo, escuché el audiolibro leído por el mismo Neil Gaiman y lo disfruté muchísimo. Además de mostrarnos que el autor es un gran narrador, esta experiencia sirve para valorar el trabajo de la traductora de la versión española, Mónica Faerna.
Mi versión de la portada:
También fue el primer libro que leí de Gaiman, supongo que poco después que lo tradujeran porque recuerdo que mi madre no me lo quería comprar y decía que si quería ser gótica así que debía de ser joven aún jajajajaja
Y me sorprendió ese ambiente tétrico pero apenas me dio miedo en su momento, los habitantes del cementerio eran presentados como una barriada más, solo que invisible. Desde entonces les perdí el miedo a los fantasmas y debo confesar que me empezaron a fascinar. Además he releído el libro dos o tres veces al cabo de los años y para mi sigue sin perder la magia.
Me alegra que te haya gustado.
Hace tiempo que no me paso así que dejo doble ración de besos achocolatados 😉
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Qué bueno que tu madre asociara este libro con el hecho de ser gótica 😛 ¡Besos para ti también!
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¡Hola!
Tengo muchas ganas de leerlo desde hace tiempo, pero de momento me he ido animando con otros títulos del autor. Yo comencé con él con El océano al final del camino y me encantó. Y justamente ahora estoy con Los hijos de Anansi y lo estoy disfrutando mucho.
Un beso
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Los hijos de Anansi es uno de mis pendientes. ¿Qué tal lo ves?
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¡Hola, Cris! Hay mucho material muy interesante en tu blog! Te sigo, y voy a regresar a menudo para poneme al día con tus entradas. Abrazote 🙂
P.d. Adoré la frase de tu cabecera ❤
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