‘Las ciudades invisibles’ de Italo Calvino

lasciudadesinvisibles

Título original: Le città invisibili

Año de publicación: 1972

Nº de páginas: 171

Editorial: Siruela

Las ciudades invisibles se presentan como una serie de relatos de viaje que Marco Polo hace a Kublai Kan, emperador de los tártaros… A este emperador melancólico que ha comprendido que su ilimitado poder poco cuenta en un mundo que marcha hacia la ruina, un viajero imaginario le habla de ciudades imposibles, por ejemplo una ciudad microscópica que va ensanchándose y termina formada por muchas ciudades concéntricas en expansión, una ciudad telaraña suspendida sobre un abismo, o una ciudad bidimensional como Moriana… «Creo que lo que el libro evoca no es solo una idea atemporal de la ciudad, sino que desarrolla, de manera unas veces implícita y otras explicita, una discusión sobre la ciudad moderna… Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez mas difícil vivirlas como ciudades.» Italo Calvino

Desde las primeras páginas nos percatamos de que estamos ante una obra bastante única en su especie y difícil de clasificar. Podría ser un libro de viajes o de cuentos, narrativa o prosa poética. A través de una serie de impresiones sobre las ciudades más diferentes e insólitas, edifica una imagen poliédrica del concepto mismo de ciudad, lleno de variaciones y matices. Las conversaciones entre Marco Polo y Kublai Kan carecen de orden cronológico. Se mezclan entre sí, avanzan, retroceden e incluso se pierden entre los límites del sueño y la realidad.

De una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya.

La estructura del libro es original y está mimada al detalle. Es una construcción delicada e íntima. De cada uno de los fragmentos de los que se compone la obra se pueden extraer reflexiones y reflejos sobre diversos temas: el deseo, la memoria, la muerte. Cada una de las ciudades, todas ellas con nombre de mujer, nos enfrenta a un aspecto de las relaciones humanas. La conciencia del hombre como individuo y como parte de una sociedad. La bruma simbólica y fantástica que envuelve todo hace que exista otra lectura posible: aquella en la que uno simplemente se deja llevar por las bellas imágenes que Marco Polo construye para el emperador.

El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

La naturaleza de la obra la hace perfecta para retomar de vez en cuando y disfrutar de algunos capítulos al azar.

Te gustará si te gustó ‘Prosas apátridas’ de Julio Ramón Ribeyro.

Mi versión de la portada:

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