Título original: La vita bugiarda degli adulti
Año de publicación: 2019
Nº de páginas: 364
Editorial: Lumen
«Dos años antes de irse de casa, mi padre le dijo a mi madre que yo era muy fea». Así empieza esta novela extraordinaria sobre el descubrimiento de la mentira, el amor y el sexo, narrada por la inolvidable voz de Giovanna, una joven empeñada en conocer a su tía Vittoria, incomprensiblemente borrada de las conversaciones y álbumes de fotografías. Con ello desencadenará sin saberlo el desmoronamiento de su familia intelectual y burguesa, perfecta solo en apariencia.
Después de la experiencia maravillosa que fue leer la saga ‘Dos amigas’, cuando vi este libro de Elena Ferrante en la estantería de novedades de mi biblioteca no pude resistirme. No ha defraudado: la autora vuelve a retratar la adolescencia y sus recovecos como si acabara de pasar por ellos, invitándonos a revisitar nuestras propias vivencias y a aceptarlas con su dosis correspondiente de incomodidad y comprensión.
En este caso, la perspectiva que nos trae la Ferrante se centra en una de las mayores traiciones que sufre todo ser humano: la que llega al descubrir que el padre y la madre no son como uno imaginaba, que también mienten y caen en bajezas y no están seguros de nada. Más adelante en la historia, el cerco se amplía para incluir a todos los adultos e incluso a uno mismo. De hecho, a lo largo de la novela la autora parece mostrarnos un espectro de esta experiencia de la mentira a través de varios personajes de diferentes edades y condiciones: los padres adultos, las amigas de la misma edad de Giovanna y los amigos mayores que ya van camino de la madurez. Cada uno de ellos, desde su punto actual, parece encaminado a un entendimiento común de la necesidad de la falsedad como herramienta para navegar el mundo.
Esperé angustiada a que la directora le contestase. Lo hizo con una voz devota, lo llamó profesor, estaba tan seducida que me avergoncé de haber nacido mujer, de estar destinada a dejarme tratar de ese modo por un hombre, aunque yo hubiera estudiado, aunque ocupara un puesto de relevancia.
Como ya hiciera en sus libros anteriores, la autora crea un elenco de personajes palpables, llenos de matices y zonas grises. La figura de Giovanna es la más completa pero a través de sus observaciones de los gestos más pequeños podemos ver más allá de la fachada de todas las personas que la rodean.
La pulsera de la tía Vittoria funciona como hilo conductor de las ideas principales de la novela; un objeto maldito que con cada aparición simboliza precisamente la vida mentirosa de los adultos y como esta alcanza a todos por igual.
Aunque vista así la idea del libro pueda parecer un poco pesimista, la evolución interior de la protagonista a lo largo de estas páginas nos da la clave de lo contrario. El desmoronamiento de la soberanía de las figuras paternas no es sino la puerta final que hay que cruzar hacia la autodeterminación y la búsqueda de una cultura personal propia desligada en cierta medida del discurso familiar.
Un libro atractivo, adictivo y muy recomendable.
Mi versión de la portada: